Vulnerabilidad: La herida del centauro.

Seguramente nos hemos precipitado a sentimientos de profundo dolor: decepción, vergüenza, arrepentimiento, abandono, pena, extrañeza. Parece ser que existe algo en lo humano que nos conduce a sentirnos vulnerables, más sin embargo, no participamos en eso exactamente. Decidimos callar estos sentimientos que vienen con la vulnerabilidad, a negarlos. Parece lógico que ignorándolos podamos ser más resistentes y fuertes ante las dificultades, que como todos saben, llegan en cualquier punto de la vida.

Me encontré con este tema de la vulnerabilidad hace un tiempo atrás, cuando percibí en mis relaciones cercanas, lo difícil que resulta abrirnos ante otras personas y demostrar el dolor que llevamos dentro. Me di cuenta, que con mi familia, y que con mi grupo cercano de amigos y conocidos, las charlas se tornaban superficiales y obtusas, y al intentar aproximarme ante sentimientos de dolor, lo más usual era que se negase el dolor, o se ignorara. Después me encontré con una autora, Brené Brown, que había realizado una serie de investigaciones cualitativas acerca de -justamente- la vulnerabilidad. 

Empecemos por entender bien la palabra vulnerabilidad. Proviene del latín vulnerabilis, formada por vulnus, que significa herida, y el sufijo -abilis que indica posibilidad. Vulnerabilidad significa la posibilidad de resultar herido. 

Para entender un poco qué significa la vulnerabilidad, Brené Brown explica la importancia que la conexión tiene a nivel humano. Básicamente, como humanos, tenemos el deseo de sentirnos conectados con los demás. Pero posteriormente aparece la vergüenza, y la define como, el miedo a la desconexión, ¿qué puede saberse de mi, que no me permita conectarme con otros? Está vergüenza, la sentimos todos los humanos...."no soy lo suficientemente bueno", "quién te crees que eres". Lo curioso es que este sentimiento de la vergüenza es tan absurdamente doloroso, que las personas no solemos hablar de ello; pero la única manera de lograr la apreciada conexión es dejándonos ver tal y cuál somos.

En el estudio que realizó Brené Brown, con varias personas que contaban a través de distintos episodios de su vida lo que significaba para ellos la vulnerabilidad, Brown encontró que a pesar de que existía un común denominador, que era el dolor, había algo que distinguía a un grupo del otro, y esto era el sentido de dignidad. Este sentido de dignidad lo expresaban personas que advertían de un profundo sentido de amor y pertenencia, sentían que valían la pena. Eran personas genuinas. Estás personas genuinas tenían en común el sentimiento de coraje (coraje deriva de cor, corazón en latín y éste del griego kardiá), el coraje de ser imperfectas, eran compasivos consigo mismos y con los otros, y experimentaban la conexión como resultado de su propia autenticidad. Otro aspecto, era que sentían que la vulnerabilidad los hacía hermosos.

Es inevitable conectar este tema, con la mitología y la astrología. Existe un personaje en la mitología griega, llamado Quirón. Quirón es hijo del titán Cronos, y de la hija de Océano, Fílira. Ciertas versiones cuentan que Cronos para poder conquistar a Fílira, sin que su esposa Rea lo descubriera, se convierte en caballo, lo que genera que Quirón nazca mitad hombre y mitad caballo. Rea termina descubriendo a Cronos, así que él huye, y convierte a Fílira en un Árbol de Tilo.

Quirón crece, pero no como el común de los centauros -que son salvajes y descontrolados. Se convierte en un gran maestro, médico, guerrero y gran sabio. Su fama se extiende por toda Grecia, y empieza a educar a los héroes de grandes hazañas: Peleo, Aquiles, Heracles, Asclepio, Áyax, Teseo, Jasón, Aristeo y Acteón.

Pero un día, Heracles le dispara un flecha con veneno de Hidra en un batalla contra los centauros que buscaban acechar el hogar de Quirón. Esta herida le produce un dolor terrible, pero irónicamente, a pesar de ser un gran sanador, no puede sanarse a sí mismo; tampoco puede morir, por ser inmortal. Finalmente Quirón decide entregarle su inmortalidad a Prometeo, y muere. Zeus en nombre de su grandeza, lo eleva como constelación, la constelación de Sagitario.

Este mito encierra una cantidad interminable de simbolismos. Quirón no es ni hombre, ni caballo, lo cual lo pone en una posición de no pertenencia. Astronómicamente, Quirón es demasiado pequeño para ser planeta, pero demasiado grande para ser asteroide, así que no es ni lo uno, ni lo otro. 

La flecha envenenada de Heracles le produce mucho dolor, pero él a pesar de ser un gran sanador, no puede sanarse a sí mismo, y esto se refiere a que, cuando cargamos un gran dolor interno, sanamos a los demás por medio de la comprensión, pero no logramos sanarnos a nosotros mismos.

Quirón astrológicamente existe en cada uno de nosotros. Todos tenemos a Quirón en nuestra carta natal, y se refiere a heridas prematuras que aparecen para dejarnos grandes lecciones de vida. A veces esta herida se crea desde que estamos en el vientre materno, o en algún momento de nuestra infancia, que a pesar de que duele mucho, no podemos reconocer o recordar su origen. Pero la enseñanza de Quirón es muy grande, aceptar que todos tenemos un gran dolor, que sólo se sana a través de la sanación de otros. Puedes sanar a los que amas, porque reconoces tu herida, sabes cómo duele, y sabes la dificultad para sanarla. 

Para concluir, el simbolismo de la mitología, y de la astrología se unen con los estudios realizados por Brené Brown para hacernos entender que primero, todos tenemos alguna herida esencial que representa para nosotros el lugar incómodo, la sombra, el bloqueo de nuestra vida; pero concuerda en que puede ser sanado por medio de la aceptación y de la capacidad para abrirnos a los demás y comprender lo que significa ser vulnerable. La vulnerabilidad es el lugar donde se da origen a la innovación, la creatividad y el cambio. Necesitamos crear espacios donde se pueda hablar de la vergüenza, del punto de quiebre, por que cuando no aceptamos y transformamos esto en sanación, es cuando los problemas como la depresión, las adicciones, los problemas alimentarios, la violencia, la agresión, los suicidios... aparecen.

Como sociedad podemos sanarnos a través de comprender nuestras propias heridas, y compartirlas con otros; para finalmente generar un conexión real y humana.

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